Sacerdotes nicaragüenses secuestrados en medio de continua represión

CIUDAD DE MÉXICO (OSV News) — Un par de sacerdotes han sido secuestrados de sus parroquias en Nicaragua, mientras el régimen cada vez más totalitario del país continúa reprimiendo a la Iglesia Católica y silenciando todas las voces disidentes.

Los padres Iván Centeno y Julio Norori fueron secuestrados el 1 de octubre por individuos vestidos de civil, lo que hace temer que los sacerdotes hayan sido secuestrados por paramilitares. Los religiosos han sido identificados como párrocos de la Diócesis de Estelí, en el noroeste del país, donde el obispo encarcelado Rolando Álvarez es administrador apostólico.

La parroquia Inmaculada Concepción de María, en el municipio de Jalapa, de la que es párroco el padre Centeno, dijo en una publicación en Facebook el 1 de octubre: “Hermanos, les pedimos sus oraciones por nuestra parroquia y nuestros sacerdotes. Unidos en oración!!!”

El medio independiente nicaragüense 100% Noticias citó a un testigo que dijo: “Cuatro hombres (vestidos) de civiles esperaban al padre Julio Norori”, párroco de la parroquia San Juan Evangelista, en la localidad de San Juan del Río Coco.

También se denunció la desaparición de un tercer sacerdote, el padre Erick Ramírez. Pero su parroquia dijo más tarde a través de las redes sociales que se encontraba en “perfectas condiciones” en su iglesia.

Diferentes fuentes también han informado sobre el secuestro de otro sacerdote, el Padre Cristóbal Gadea, de la Diócesis de Jinotega.

Los secuestros suscitaron la indignación de los nicaragüenses obligados a exiliarse — y despojados de su ciudadanía nicaragüense, en algunos casos — por el régimen del presidente Daniel Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo.

“Continúa la feroz persecución contra la Iglesia Católica. ¡Pido a la Iglesia en el mundo entero sus oraciones por Nicaragua y por nuestra Iglesia perseguida!”. Dijo el obispo auxiliar de Managua, Silvio José Baez, a través de X, antes conocido como Twitter. El obispo Báez reside en Miami desde 2019 después de que el Vaticano le pidiera que abandonara Nicaragua por su propia seguridad.

La represión de la Iglesia ha alcanzado tales niveles que los sacerdotes nicaragüenses denuncian la presencia de espías en sus celebraciones de la Eucaristía y se han restringido en gran medida las celebraciones festivas. Al menos a tres sacerdotes que viajaban al extranjero — incluidos dos que acompañaban a los peregrinos a la Jornada Mundial de la Juventud en Portugal — se les ha negado la entrada en Nicaragua en los últimos meses, a pesar de ser ciudadanos.

Los jesuitas en Nicaragua han perdido su estatus legal y la prestigiosa Universidad Centroamericana de la orden fue confiscada en agosto por el régimen de Ortega.

El caso más notorio es el del obispo Álvarez, que permanece tras las rejas tras haber sido condenado a 26 años de prisión, una sentencia dictada en febrero después de que se negara a exiliarse con otros presos políticos. Se desconoce su estado de salud.

Nicaragua ha roto sus relaciones diplomáticas con el Vaticano, pero un alto funcionario vaticano expresó su esperanza de diálogo.

“Un pensamiento especial va dirigido a Nicaragua, con la que la Santa Sede espera entablar un diálogo diplomático respetuoso por el bien de la Iglesia local y de toda la población”, dijo el 26 de septiembre el arzobispo Paul Gallagher, secretario vaticano para las Relaciones entre los Estados, en declaraciones a la Asamblea General de la ONU.

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