CIUDAD DEL VATICANO (CNS) — En una radiante mañana de primavera, el Papa Francisco rezó para que los cristianos experimenten la alegría de la Pascua y permitan que la resurrección de Cristo sea “la luz que ilumina las tinieblas y las oscuridades que se ciernen tantas veces sobre el mundo”.
“En Jesús se realizó el paso decisivo de la humanidad: de la muerte a la vida, del pecado a la gracia, del miedo a la confianza, de la desolación a la comunión”, dijo el Papa el 9 de abril tras celebrar la Misa matutina de Pascua en la Plaza de San Pedro.
En su mensaje de Pascua, el Papa Francisco rezó por el fin de la guerra en Ucrania y recordó a los cristianos que celebran la Pascua “en circunstancias particulares”, mencionando específicamente a Nicaragua, donde el gobierno ha impuesto restricciones a las celebraciones públicas, ha deportado a decenas de sacerdotes y ha encarcelado al obispo Rolando Álvarez de Matagalpa.
Como es tradicional, el Papa Francisco no pronunció una homilía durante la Misa matutina, sino que inclinó la cabeza y observó varios minutos de reflexión silenciosa tras el canto del Evangelio tanto en latín como en griego.
Por trigésimo octavo año consecutivo, floricultores holandeses enviaron al Vaticano 38,000 bulbos en flor: tulipanes, narcisos y jacintos. El regalo floral, arreglado en la plaza por trabajadores holandeses y vaticanos, también incluía 6,000 rosas avalanche, así como cientos de anturios, delfinios y crisantemos. Azaleas en flor, hiedra y celosias completaron el jardín de Pascua instalado en la escalinata de acceso a la basílica, en los alrededores del altar y en el balcón de la iglesia.
Unas 45,000 personas asistieron a la Misa matutina en la plaza, según el Vaticano, y a mediodía había cerca de 100,000 personas dentro y fuera de la plaza para el mensaje de Pascua del Papa y la bendición “urbi et orbi” (a la ciudad y al mundo).
El cardenal estadounidense James M. Harvey, arcipreste de la Basílica de San Pablo Extramuros de Roma, estuvo junto al Papa Francisco en el balcón de la Basílica de San Pedro para la bendición, anunciando una indulgencia plenaria disponible para todos los presentes, que escucharan por radio o vieran por televisión o siguieran con “otros medios de comunicación”.
Deseando a todos una feliz Pascua, el Papa Francisco oró para que el día marque “un paso de la tribulación a la consolación” para todos, especialmente “los enfermos y los pobres, para los ancianos y los que están atravesando momentos de prueba y dificultad”.
“No estamos solos: Jesús, el viviente, está con nosotros para siempre”, dijo. “Que la Iglesia y el mundo se alegren, porque hoy nuestra esperanza ya no se estrella contra el muro de la muerte; el Señor nos ha abierto un puente hacia la vida”.
“Sí, hermanos y hermanas, en la Pascua el destino del mundo cambió”, dijo, “y en este día, que coincide además con la fecha más probable de la resurrección de Cristo, podemos alegrarnos de celebrar, por pura gracia, el día más importante y hermoso de la historia”.
El Papa Francisco señaló cómo los diversos relatos evangélicos de la Pascua mencionan a los seguidores de Jesús corriendo o yendo de prisa para compartir la noticia de su resurrección, espoleados por la alegría y renovados en la esperanza.
“En definitiva, en Pascua el andar se acelera y se vuelve una carrera, porque la humanidad ve la meta de su camino, el sentido de su destino, Jesucristo, y está llamada a ir de prisa hacia Él, esperanza del mundo”, dijo el Papa.
Rezó para que todos los pueblos “se apresuren a avanzar en un camino de confianza recíproca: confianza entre las personas, los pueblos y las naciones”, superando conflictos y divisiones y abriendo sus corazones a los necesitados.
“Apresurémonos a recorrer senderos de paz y de fraternidad”, dijo.
“Ayuda al amado pueblo ucraniano en el camino hacia la paz e ilumina la luz de la Pascua sobre el pueblo ruso”, rezó el Papa. “Conforta a los heridos y a cuantos han perdido a sus seres queridos a causa de la guerra, y haz que los prisioneros puedan volver sanos y salvos con sus familias”.
“En este día, Señor, te confiamos a la ciudad de Jerusalén, primer testigo de tu Resurrección”, prosiguió, añadiendo a su texto preparado su “profunda preocupación” por los atentados ocurridos en Tierra Santa en los días anteriores, que han causado muertos, heridos y un aumento de las tensiones.
Los atentados, dijo, dificultan la reanudación del “diálogo, en un clima de confianza y respeto recíproco, entre israelíes y palestinos, para que reine la paz en la Ciudad Santa y en toda la región”.
El Papa también ofreció oraciones especiales por Siria, Líbano, Haití, Túnez, Congo, Myanmar y otras naciones que atraviesan dificultades y disturbios.
Rezó para que Dios “conforte a los refugiados, a los deportados, a los presos políticos y a los migrantes, especialmente a los más vulnerables, así como a todos aquellos que sufren a causa del hambre, la pobreza y los nefastos efectos del narcotráfico, la trata de personas y toda forma de esclavitud”.
“Señor,” continuó, “inspira a los responsables de las naciones para que ningún hombre o mujer sea discriminado y pisoteado en su dignidad; para que en el pleno respeto de los derechos humanos y de la democracia se sanen esas heridas sociales, se busque siempre y solamente el bien común de los ciudadanos, se garantice la seguridad y las condiciones necesarias para el diálogo y la convivencia pacífica”.
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